viernes, 7 de febrero de 2014

LECTURAS

Domingo 9 de Febrero – 5° del Tiempo Ordinario – Ciclo A



Foto: Domingo 9 de Febrero – 5° del Tiempo Ordinario – Ciclo A

Salmo 111, 4-9: “El justo brilla como una luz en las tinieblas”

 El salmo 111 es un himno de gozo por las personas que aman a Dios y que ponen en él su confianza. El gozo, anunciado por Jesús en las bienaventuranzas, prometido en la última cena y comunicado en su resurrección, consiste en la convicción de ser amados de Dios, y en la decisión de amarle y de compartir los bienes con los demás»
Foto: Domingo 9 de Febrero – 5° del Tiempo Ordinario – Ciclo A

1 Corintios 2, 1-5: “Yo les anuncié a Cristo resucitado”

Pablo es el hombre que confía en la fuerza del mensaje. No pone su punto de apoyo en la sabiduría humana, sino en el conocimiento de Cristo crucificado. Lo que resulta manifiesto, a través de la pobreza humana del apóstol, es el poder de Dios.

Resulta primordial el conocimiento de Cristo crucificado. En el fondo la fe es la transmisión de una vivencia personal y comunitaria. La autenticidad del trato con el Señor es el pedestal de la verdadera predicación. Es real que nuestra fuerza -la única fuerza- es la fe vivida y vivida profundamente. Ésta da libertad, seguridad e independencia para testimoniar, frente a las situaciones más adversas, sin perder la esperanza ni ser víctimas de la decepción.
Foto: Domingo 9 de Febrero – 5° del Tiempo Ordinario – Ciclo A

Mateo 5, 13-16: "Ustedes son la sal de la tierra, ustedes son la luz del mundo"

Ser la sal de la tierra es ser su elemento más precioso: sin la sal, la tierra no tiene ya razón de ser; con la sal, por el contrario, si sigue siendo sal, la tierra puede proseguir su vocación y su historia. La Iglesia que no es ya fiel a sí misma no solo se pierde, sino que deja al mundo sin salvador.

Cada discípulo es luz en la medida en que sus acciones se convierten en signos de Dios para el mundo. El testimonio cristiano está, pues, dotado de visibilidad y responde a una exigencia misionera: no se santifica uno de manera puramente interior; no se encuentra uno dispersado en el mundo hasta el punto de perderse en él en la conformidad total con ese mundo o de olvidar el testimonio de la trascendencia.

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